No tiene, por estos días, el mejor estado de
ánimo la hinchada de Millonarios. El pueblo en la tribuna no disfruta y
crecen a la par inconformidad y nerviosismo. No se ven soluciones
razonadas al atasco en el rendimiento, ni sus jugadores parecen aptos
para reactivar un ritmo sostenido de victorias.
Salvo los aportes con talento de Jonathan
Estrada y una que otra tapada salvadora de Nicolás Vikonis, los demás no
marcan diferencias.
El equipo se ve blando y sin ideas, sus
promocionados jugadores, recientemente incorporados, andan por los
mínimos en su producción, sometidos por rivales de menor rango, que
llegan al extremo de bailarlos.
El esfuerzo en la cancha es insuficiente. Los
triunfos no son resonantes, los errores de concentración con frecuencia
se manifiestan, factura en mano, y la falta de conclusión en las jugadas
de ataque es un mal de frecuente aparición que al aficionado 'le saca
la piedra'. Cuanto se añora a Dayro Moreno y Fernando Uribe, redentores
con sus goles de los técnicos de turno.
Rubén Israel, el entrenador, se ve incapaz,
porque su proyecto no cuaja, sus recomendados no trascienden y, lo peor,
mantiene un conflicto, poco recomendable, con la prensa y con un sector
del público.
Para colmo de males, sus colaboradores
entraron en un juego de palabras y provocaciones gestuales con los
rivales, que dejan entrever un lamentable estado emocional y anímico.
Los discursos del uruguayo ofenden la
inteligencia de sus interlocutores. No tienen contenido, como vacío es
el fútbol de su equipo, lo que no logra justificar, pese a su oratoria
empalagosa y manipuladora. Su proceso no se ve , hasta ahora,
sostenible.
El último resultado frente a Fortaleza, que
venció al poderoso Millonarios en Techo, fue un azote público a su
hinchada, la que nunca defrauda por su permanente presencia en las
tribunas.
El castigo con reproches, por el juego
discreto planteado en lo que va del torneo, no se acompaña de
indiferencia, porque siempre la afición se encuentra a la expectativa de
un saludable cambio de rumbo.
Sofisma de distracción fue aquel liderato
relámpago, por solo un fin de semana, mientras rivales directos
aplazaban sus partidos.
En Millonarios de acuerdo con las teorías de
Israel, el resultado falsea la realidad del Juego. Para él, el único
compromiso es con los números porque su capacidad de raciocinio
futbolero no admite explicaciones diferentes.
El éxito vende y Millonarios no lo tiene.
Esteban Jaramillo Osorio
Especial para Futbolred
En Twitter: @estejaramillo7
Esteban Jaramillo Osorio
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